domingo, 12 de junio de 2011

Estudiantes concientizaron sobre los derechos del niño

Este domingo se conmemora el Día Internacional Contra el Trabajo Infantil. Preocupa el aumento de chicos bandeños que están “trabajando” en las calles de la ciudad.

En la jornada de ayer, en la Plaza del Orgullo Bandeño, alumnos de tercer año del profesorado de la Escuela Normal “Doctor José Benjamín Gorostiaga” realizaron una jornada de concientización sobre los derechos del niño, al conmemorarse este domingo el Día Internacional Contra el Trabajo Infantil. En la oportunidad repartieron folleterías a los transeúntes, compartieron juegos infantiles, hubo teatro y mucha música.

Cabe indicar que la actividad estuvo a cargo de la profesora Gladys Loys, licenciada en Filosofía y contó con el apoyo de la Oficina de Derechos Humanos de la Comuna bandeña.

“Lo que estamos realizando es una exposición sobre los derechos del niño; concientizando a la comunidad sobre la necesidad de respetar a los más pequeños”, indicó Loys.

Para ello, los estudiantes prepararon diversos elementos de comunicación como ser llaveros; títeres; teatro; cuentos; globos; revistas; volantes, entre otros. Los futuros docentes se distribuyeron a lo largo de la Plaza del Orgullo Bandeño y compartieron juegos, bailaron y cantaron con los niños que había en el lugar.



Por otra parte, un grupo de estudiantes en diálogo con La Banda Diario revelaron, “si bien a nivel nacional las estadísticas marcan un descenso en el trabajo infantil, debido a que las familias perciben la Asignación Universal por Hijo, en La Banda hemos notado un importante incremento de chicos (de entre 5 y 12 años) en la calle”.

Seguidamente puntualizaron, “éstos suelen estar parados en las esquinas lavando los vidrios de los autos o bien lustrando los zapatos en algún lugar; lo cual nos genera preocupación”.

De acuerdo a las averiguaciones realizadas por los estudiantes, la mayoría de los chicos salen a “trabajar” porque sus padres no consiguen un trabajo fijo y de algún modo quieren ayudar en su hogar.


“Por lo tanto los chicos no van a la escuela y ahí no se cumple con uno de los derechos que es a la educación”, acotaron las estudiantes

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo