viernes, 11 de marzo de 2011

Se otorgaron subsidios PROINDER por más de dos millones y medio de pesos

La Delegación local de la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación otorgó recientemente subsidios del programa de financiamiento conocido como PROINDER, a distintas organizaciones campesinas de todo el territorio provincial.

Fueron beneficiadas en la oportunidad alrededor de 20 asociaciones de pequeños productores, que nuclean a más de 700 familias, por un monto superior a los dos millones y medio de pesos.

Regiones

En este sentido, presidió el acto de entrega de las órdenes de pago el Delegado Provincial Héctor Lipshitz, a los representantes de las organizaciones provenientes de las regiones Banda – Jiménez, Añatuya, Robles – San Martín, Salado Norte, y Figueroa.

Las líneas contempladas en los proyectos aprobados y financiados por medio del PROINDER, comprenden inversiones en relación con el hábitat, el mejoramiento predial y los emprendimientos comunitarios.

En la oportunidad, Lipshitz solicitó a los representantes de las casi 750 familias que comentaran al resto de los presentes cuáles serían los destinos de los recursos recibidos, en calidad de subsidios, los que no deberán ser reintegrados. Cabe acotar que si bien son subsidios, existen mecanismos de rendición de los dineros mediante los comprobantes de las compras efectuadas.

También los pequeños productores agradecieron a la Subsecretaría de Agricultura Familiar, y a través de ella al Estado Nacional, por el beneficio recibido, el cual les permitirá seguir trabajando en la concreción del mejoramiento de la producción y su calidad de vida.

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo