jueves, 14 de abril de 2011

Una inmensa luna hizo brillar la noche de La Banda

Compartimos una de las inolvidables letras de don Atahualpa Yupanqui

Foto: La Banda Diario
La vengo a dejar
(Atahualpa Yupanqui/E. Del Carmén Gallo)
Me está quemando en el pecho
La copla de una vidala
Y andoi solo por el
campoNo tengo bombo, ni caja

La vida es toda caminos
Toda arenal y distancia
Y esta copla consumiendo
Mi corazón con su brasa

Allá por sobre los monte
La luna redonda pasa
Ay! si pudiera ayudarme
Ay! si la luna bajara

Si la tuviera en mis brazos
Tendría la mejor caja
Pa’ tinquiarla despacito
Mientras suelto la vidala

Para cantarle a Mailín
A Añatuya y a La Banda
A Herrera, A Suncho
CorralA Salavina y Barrancas

Y andar por todo Santiago
Con una luna por caja
Después perderme en el monte
Buscando la salamanca

Vidala
Alzo mi caja y entono
Para mi pago un cantar
Es todito lo que tengo
Es mi única prienda
La vengo a dejar

No debe ser santiagueño
Quien no sabe vidalear
Por eso traigo esta copla
Es mi única prienda
La vengo a dejar

Ay! mi Santiago querido
Es mi única prienda
La vengo a dejar

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo