viernes, 30 de diciembre de 2011

La Academia La Chacarera finalizó el año con un gran espectáculo

Tal como estaba previsto en la jornada del jueves, la Academia La Chacarera finalizó el año con una gran cena show, que contó con la presencia de importantes figuras de la escena nacional del folclóre. La velada se llevó a cabo en las instalaciones del Club San Carlos.
En la oportunidad el director del cuerpo de baile, profesor Humberto Romano Marucci distinguió a distintas personalidades de la cultura provincial.
Uno de los primeros en ser distinguido fue Eduardo Mercado, la armónica de Santiago. El reconocido músico, oriundo de Clodomira, contó cómo fueron sus inicios y recordó que Hugo Díaz le regaló su primera armónica.
También recibió una distinción Chingolo Suárez, uno de los grandes poetas y cantores que tiene la ciudad.
Romano Marucci junto a los miembros de su academia, decidió reconocer a Coco Banegas, quien se mostró agradecido por recibir el diploma y se lo dedicó a todo los presentes.
A lo largo de la noche, los presentes disfrutaron de un variado espectáculo que incluyó la actuación de los distintos cuerpos de baile de la Academia La Chacarera, como así también la presentación de Jovita Subíre, quien aprovechó la ocasión para presentar su último material discográfico "Recortando Caminos".
Además, actúo Eduardo y su hijo Oscar Mercado; lo propio hizo Coco Banegas en compañía de su esposa Silvia.
De manera sorpresiva se sumó al espectáculo Juan Saavedra y su compañera Sandra Farías, quienes deleitaron al público con su danza.
A los números mencionados, se sumó la actuación de Darío Jiménez; de grupo La Reserva entre otros.

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo