domingo, 6 de febrero de 2011

Leo Dan “Amo y señor” de la tercera noche salamanquera

Alberto Plaza, Los Manseros Santiagueños y Raly Barrionuevos coronaron el éxito de este festival lleno de magia y embrujo. La organización debió cerrar las puertas del estadio debido al lleno total.
Foto: La Banda Diario
En la tercera noche del festival, la Salamanca se rindió a los pies de Leo Dan que, a través de sus históricas canciones, transitó sus épocas de gloria acompañado del entusiasmo de un público entusiasta. Por su parte, Alberto Plaza puso la cuota sentimental a la noche y conquistó a los presentes con sus grandes éxitos. En tanto Los Manseros Santiagueños y Raly Barrionuevo renovaron su romance con los “salamanqueros de ley”.
El espectáculo tuvo una apertura de lujo con la presencia del “bailarín de los montes” Juan Saavedra  que jerarquizó la propuesta presentada por la academia “La Chacarera”. En la oportunidad, se ofrendó un homenaje al reconocido profesor de danzas nativas José Gómez Basualdo.
La fiesta iba tomando forma y el escenario “Jacinto Piedra” recibía a figuras como Edith Corpus; La Trova; Motta Luna; Ramón Álvarez y un ballet de danzas bonaerense que realizó la representación de La Salamanca.
De a poco, el estadio se iba colmando y las expectativas por la presentación de las principales figuras crecían momento a momento.
Así llegó el momento de Alberto Plaza, el reconocido artista chileno, que por primera vez pisaba suelo bandeño.
Más allá de que su show no tenía  un contenido netamente folclórico, Plaza conquistó  a los presentes con sus baladas y éxitos como “Vuela una lágrima”; “Que Cante la Vida”, “Sentencia”, “Bandido”, “Yo te Seguiré” y nuevos temas como “Me gustas” que desataron la algarabía del público que le dijo sí a su propuesta. 
Noche mágica
La organización del festival había decidido cerrar las puertas del estadio ante la gran multitud que se concentró en el estadio “Ciudad de La Banda”.
El encuentro folclórico continuó con la presentación del “festivalero de ley” Daniel “Pulpo” Heredia que mostró la magia de su bombo y el caudal de su voz para interpretar gatos y chacareras.
Llegó entonces uno de los momentos más esperados por el público que fue la presentación de Los Manseros Santiagueños que una vez más renovaron su romance con el público.
La interpretación de sus grandes éxitos, entre ellos el vals “Ciudad de La Banda” que como tradición lo hicieron acompañados por el intendente Ruiz, fue coronando una noche soñada.
Por supuesto, el espectáculo llegó a su punto máximo cuando los conductores invitaron a un “joven” intérprete a sumarse a la agrupación integrada por Martín y Onofre Paz, Alito Toledo y Guillermo Reynoso. Por primera vez “pisaba” el “Jacinto Piedra” Leo Dan y comenzaba la verdadera fiesta.

Por supuesto no faltaron gatos, chacareras, y el tan esperado “Santiago Querido” vivado por los presentes.
También tuvieron su espacio los “Hermanitos Núñez” (participantes de Talento Argentino) que recibieron la aprobación de la gente.
Leo Dan
La transitabilidad en el estadio era casi imposible por el lleno total que experimentaba esta tercera y tan esperada noche de festival.
Y por fin llegó el momento de Leopoldo Dante Tévez que con sólo entonar las primeras estrofas de “Estelita” conformó un masivo coro integrado por niños, jóvenes y adultos, demostrando que su éxito derribó las barreras del tiempo.
Con un show impecable Leo Dan fue consolidando su éxito en la noche salamanquera de la que todos querían ser partícipes ya sea cantando, bailando, aplaudiendo y respondiendo en voz alta las preguntas que realizaba el atamisqueño.
Mariachis incluidos, músicos destacados y un carisma especial hicieron que Leo Dan se convierta en el Amo y Señor de la noche.
La fiesta
Y la fiesta continuó de la mano del “niño mimado” de La Salamanca, Raly Barrionuevo que como siempre trajo un repertorio especial al festival que le abrió las puertas al éxito.
La algarabía de sus seguidores y su talento convirtieron esta nueva presentación en un nuevo triunfo.
Al friense le siguieron Paola Arias con un show de lujo; y numerosos artistas más para coronar como exitosa esta tercera noche de embrujo salamanquero.

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo