martes, 8 de febrero de 2011

Roxana Carabajal: “No busco la fama ni el dinero”

La joven intérprete se presentó el lunes en el cierre del Festival Nacional de La Salamanca.
Roxana Carabajal no pudo ocultar su emoción de actuar en su propia tierra. (Foto La Banda Diario).
Portar el apellido Carabajal abre muchas puertas, pero también conlleva una fuerte responsabilidad; así por lo menos lo siente Roxana Carabajal, la voz femenina del reconocido clan folclórico.
El martes por la noche, subió al escenario Jacinto Piedra y ante más de 14 mil personas presentó su CD “Mujer Santiagueña”; tras su exitosa actuación la joven intérprete brindó una conferencia de prensa en la cual reflexionó sobre distintos temas.
En primera instancia contó cómo fue actuar en su propia casa, “como santiagueña hay una carga muy fuerte. El lugar donde me tocó actuar me genera innumerables recuerdos de mi infancia. Mi papi (Carlos Carabajal) tenía la concesión de la cantina de Sarmiento y vivíamos aquí; imaginate que los primeros pasos los di en esta cancha”.
En los últimos años Roxana ha tenido un importante crecimiento musical, pero también como ser humano, lo que la llevó a comprometerse con determinadas cuestiones sociales.
“Yo creo que tenemos una gran responsabilidad, es un legado con una historia fuerte que tiene que ver con la familia y el nuevo tiempo de los poetas; tenemos que hacer escuchar aquellas cosas que perjudican a los demás. Por ejemplo hay un tema escrito por un cordobés que se llama Abriendo venas del monte, el cual refleja una cruel realidad. Tenemos que hacer saber que están matando al monte”, sentenció.
En otro orden de cosas y refiriéndose a su último material discográfico “Mujer Santiagueña” expresó, “es un título que quedó pendiente. Este trabajo es muy personal; en este disco yo soy la que hablo desde mi propia experiencia”.
A la vez agregó, “este disco he intentado reflejar cada una de mis partes. Como mujer me siento realizada porque vengo a dejar un mensaje”.
Siguiendo esta línea de pensamiento acotó, “soy igual que mi papi, no busco la fama ni el dinero, simplemente vivir una vida sencilla como mi padre; donde pueda trabajar y hacer estudiar a mis hijos”.
Sobre el final del encuentro con el periodismo, Roxana Carabajal dejó bien en claro “yo siento que estoy en camino, siento que estoy en igual condiciones con aquellos que vienen luchando desde abajo”.

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Ser bandeño

Ser bandeño, no es simplemente haber nacido en La Banda, es sentirse parte de ella, es reconocer su perfume, sus colores, su melodía, es extrañarla si se está lejos, es emocionarse al escuchar el tradicional vals interpretado por uno de sus hijos, el inolvidable Carlos Carabajal.

Ser bandeño es reconocer que se forma parte de una historia en torno a las vía férreas, habiendo caminado por el andén o visto pasar el tren desde el alto nivel, es recordar aquellas despedidas o bienvenidas en la estación, es entristecerse cuando se supo que el silbido de la locomotora dejaría de sonar o sentir el galope del corazón cuando vio que la máquina regresaba.

El bandeño, forma parte de una provincia llamada Santiago del Estero, pero aclara que es de La Banda y sería la persona más feliz si por algún decreto la ciudad fuera declarada “República” aunque fuera por una única vez.

Ser bandeño es llevar en el corazón los colores de Sarmiento, Central Argentino, Agua y Energía, Villa Unión o Banfield. Es enarbolar las banderas de Olímpico y de Tiro o sentirse parte de cada una de las instituciones que conforman esta ciudad.

Un bandeño es aquel que disfruta de las siestas al lado del balneario, de las zambas y chacareras en Los Lagos con la familia Carabajal, el que goza sus vacaciones noche a noche en La Salamanca, el que celebra la fiesta de su ciudad como si fuera propia.

Ser bandeño es tener respeto por aquellos que hicieron la historia y la cultura, es recordar a Domingo Bravo, Dino Taralli, Adela Llugdar, Blanca Irurzum, Nelly Orieta, Apalo Villalba, Martín Rodríguez, Pablo Raúl Trullenque, Cristóforo Juárez y tantos otros que dejaron un lazo que lo une a lo autóctono y a su sentir.

Ser bandeño no es una cuestión simple, es llevar en la sangre esa tierra prometida que está de Santiago hacia el este cruzando el río Dulce, es defenderla, amarla y elegirla como el lugar en el mundo para vivir y morir.


Autor: Mariela Lizondo